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Pedro Sánchez no es nadie sin Isabel Díaz Ayuso


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El PSOE no tendría argumentario si a la Presidenta de la Comunidad de Madrid no le gustase la fruta, los viejos y jóvenes periodistas que reciben la pauta no sabrían a quién difamar, y los humoristas del régimen se quedarían sin un chiste recurrente y manido que aplauden los que rabian de impotencia frente su mayoría parlamentaria.

 

La prueba del nueve ha vuelto a demostrar que el demacrado marido de Begoña es incapaz de borrar de su mente a la Presidenta madrileña y persiste en llamar prevaricadores a los jueces que no ven delito ni complicidad en la conducta de la mujer que envenena sus sueños.

 

Después de meses sin hablar con la prensa, el tipo que más manda en Televisión Española ha sentado a Pepa Bueno frente a sí, ha vuelto a ofender a los jueces, les ha reprochado que no persigan supuestos delitos que a él le parecen obvios y que en cambio quieran sentar en el banquillo a su señora y su fiscal… porque como son suyos siempre serán inocentes.

 

A estas alturas de la historia de un político sin presupuestos, ni mayorías, ni socios fiables sólo le queda la clá, la adhesión inquebrantable de los viven de lujo gracias a él y el incumplimiento de la ley.

 

Entre lo que sabemos y lo que imaginamos Pedro Sánchez es un hombre debilitado física y emocionalmente y la historia nos recuerda que los últimos coletazos que dan los hombres y mujeres que no creen demasiado en la democracia son los más peligrosos… incluso para ellos mismos.

 

No vivimos un buen momento geopolítico ni económico en Europa donde los liderazgos no son colectivos y algunos incluso ni siquiera se perciben, porque cuando un jefe de Estado o de gobierno no tiene una idea clara y unos principios comunes, acaba saliendo en las fotos al final de la fila.

 

España es hoy una foto del esperpento con gente que aplaude y odia a rabiar frente a otra que trabaja, se esfuerza, no vive de las subvenciones, es solidaria y no se disfraza para ir a una manifestación con una mochila, el pelo teñido y prisas por regresar al calor de la estufa.

 

Texto de. Diego Armario.

 

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