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Bolaños o la incesante degradación del gobierno


Habrá que esperar a ver cuál es la decisión del Tribunal Supremo, pero el mero hecho de que un juez de instrucción haya solicitado al Alto Tribunal la imputación nada menos que de un ministro de Justicia por presuntos delitos de malversación y falso testimonio en relación con la causa abierta contra la esposa del presidente del gobierno, Begoña Gómez, es un hecho sin precedentes en la historia de España y que no tiene parangón en ningún país democrático del mundo.


Bien es cierto que España también es el único país del mundo donde la cónyuge del presidente del gobierno ha sido acusada de cometer delitos tan graves como lo está la esposa de Pedro Sánchez, cuyo hermano, David Sánchez, también está acusado de presuntos delitos contra la Administración y la Hacienda Pública, prevaricación, trafico de influencias y malversación. Si a lo anterior sumamos el hecho, todavía más grave e inaudito, como el de que en nuestro país esté acusado nada menos que el fiscal general del Estado por un presunto delito de revelación de secretos, convendremos que no existe degradación institucional más grave que la que está exhibiendo nuestro gobierno.


En el caso caso concreto del ministro de Justicia Félix Bolaños, el hecho de que siendo secretario general de la Presidencia del Gobierno desconociera cuales eran las actividades de una subordinada suya, como Cristina Álvarez Rodríguez, quien, según la investigación, "realizó funciones de atención a Begoña Gómez de carácter estrictamente privado al margen de cualquier acto de carácter público o protocolario que pudiera tener por su condición de esposa del presidente del Gobierno, todo ello percibiendo retribuciones con cargo al patrimonio público" es de una gravedad que justificaría la dimisión del actual ministro de Justicia con absoluta independencia de que este hecho pudiera suponer o no un reproche penal para Felix Bolaños.

La "anti-España" no ve en la degradación institucional del gobierno una razón para dejar de apoyarlo sino la mejor razón para seguir sosteniéndolo.

El problema es que el principal partido del gobierno ha borrado hasta tal punto la otrora deontológica separación entre responsabilidades penales y responsabilidades políticas que toda esta catarata de episodios judiciales tiene en el Ejecutivo el mismo nulo efecto que pueda ahora tenerlo la carta en la que una cuarentena de ex ministros y ex altos cargos del PSOE han reclamado la dimisión de Sánchez. Para Sánchez, sencillamente, no hay más código deontológico que su manual de resistencia como presidente del gobierno.


En este sentido yerran los que dan por descontado un adelanto electoral. Naturalmente, el futuro no está escrito, pero una cosa es que sea posible que Sánchez no agote la legislatura y otra, radicalmente distinta, que sea probable. Los que, a la luz de esta incesante catarata de escándalos, ven probable un adelanto electoral se basan en dos premisas igualmente falsas: A saber, que Pedro Sánchez es un presidente "normal", en el sentido de tener un mínimo de decencia moral y democrática; y otra, que los partidos que le apoyan son equiparables a los fuera de nuestras fronteras sostienen a gobiernos en minoría.


Sin embargo, ya va siendo hora de que se entienda que Sánchez es un nihilista sin parangón que no le importa nada -incluido el futuro de su propio partido o el hecho de no poder sacar adelante ninguna ley- que no sea el propio Sánchez y su continuidad en La Moncloa.


Y por otro lado, y no menos importante, el hecho de que las formaciones que auparon a Sánchez a La Moncloa, a las que no por nada podríamos llamar la "anti-España", no ven en la degradación moral e institucional del gobierno de España una razón para dejar de apoyarlo sino la mejor razón para seguir sosteniéndolo. Y es que las formaciones minoritarias que sostienen a otros gobiernos en minoría en otros países del mundo podrán mostrar discrepancias respecto de lo que consideran mejor para sus respectivos países, pero ninguna de ellas tiene como vocación política esencial la destrucción de sus respectivos países como naciones y Estados de derecho, como sí sucede aquí con las formaciones separatistas, golpistas o prototerroristas que auparon a Sánchez.


Así las cosas, estamos abocados, al menos hasta 2027, a una incesante catarata de escándalos, en la que la solicitud de imputación del ministro de Justicia, Félix Bolaños, será el más reciente pero, en modo alguno, será el último .

Información de. Libertad Digital

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